Los niños jugaban a atrapar la luz en la cárcel de sus pestañas. Ella juguetona se dejaba enjaular, por la brevedad de un instante, entre los barrotes de terciopelo negro, amarillo trigueño o cobrizo que servían de broche a los ojos de aquellos niños.
Cuando se marchaba... se despedía de aquel encierro con un beso de mariposa (etéreo y volátil) con la leve promesa de regresar próximamente.
Cuando se marchaba... se despedía de aquel encierro con un beso de mariposa (etéreo y volátil) con la leve promesa de regresar próximamente.
6 comentarios:
Que tierno y dulce.
Sin embargo las mariposas me dan repelús, no quiero ni verlas!
Saludos
Muy bonito :)
Una obra digna de ser publicada en la Antología de Relatos Hiperbreves. Enhorabuena, Sechat.
¿Y si te digo que he visto una mariposa posarse en unos ojos abiertos?
Besos
Gracias a todos por vuestros comentarios, más cuando encima son favorecedores (ji,ji). Lo envié para el concurso de la Cadena Ser del programa "Hoy por hoy" pero evidentemente no fue seleccionado. Otra vez será...
Tienen magia estas palabras. Es difícil decir mucho en tan poco espacio. A mí me cuesta pero lo a veces lo intento. Enhorabuena.
No recuerdo cómo llegué a este lugar. Quizás me quedé porque leí a Lope en el margen.
De todas formas, prometo volver y seguir leyendo.
Un saludo.
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